Teletrabajo a domicilio: opción práctica para la gerencia moderna
Resumen
Julio Verne escribió en 1863 “París en el siglo XX”. Cuando su amigo y
editor Jules Hetzel leyó el texto se alarmó por la imagen del mundo tecnificado
del futuro descrito por él, a tal extremo que su recomendación al autor fue que
ese texto no debía publicarse.
La llamada novela perdida de Verne tuvo que esperar más de un siglo para ver
la luz editorial y no fue sino hasta 1994 cuando fue publicada, comprobándose
una vez más la especial habilidad del autor para comprender los cambios de la
humanidad y proyectarlos al futuro, de la mano de un constante proceso de
creación y adaptación de nuevas tecnologías.
Resultaría en extremo interesante conocer cómo, hace más de un siglo atrás,
Verne logró, en sus escritos, concebir y desarrollar con asombroso detalle ideas
de artefactos como el fax, así como de redes de conectividad por cable que
podrían enlazar el planeta entero, muy similares a la Internet de nuestro tiempo.
Las distancias se acortaron en el París de los años sesenta del siglo XX que
Verne describió, las telecomunicaciones crearon nuevos protocolos en la
interacción humana, donde la comunicación inmediata era posible sin que
emisor y receptor estuvieran presentes en un mismo lugar.
Para los círculos vernianos, estas y muchas otras ideas se han ganado la
categoría de predicciones, consideradas hechas realidad décadas después de
haber sido planteadas por el autor. Futurólogo o no, lo cierto es que Verne
apuntó en el siglo XIX, con extraordinaria intuición, el rumbo que el mundo
moderno seguiría durante el siglo XX y en adelante; un mundo basado en la
tecnología como herramienta principal de su desarrollo, donde la importancia
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del intercambio de información crece ilimitadamente en un afán sin precedentes
de saberlo todo y en el menor tiempo posible.
Me pregunto, si Julio Verne viviera hoy en día, ¿sería un internauta aficionado?,
¿disfrutaría de la ola interminable de innovaciones tecnológicas a las que nos
enfrentamos los seres humanos del siglo XXI?, ¿podría, ante tanta fuerza
creativa, proyectar los avances que verán nuestros bisnietos en cien años? Si
así fuera, tendría el enorme beneficio de la credibilidad de editores y lectores,
ya acostumbrados al asombro que la tecnología provee cotidianamente y que
nos hace pensar que todo puede ser posible, como el mismo Verne dijo tantas
veces.
La innovación tecnológica está cambiando la forma en que entendemos nuestra
relación con el mundo en las diversas dimensiones que lo veamos. Estamos
aplicando recursos tecnológicos en nuestras relaciones familiares, comerciales,
financieras, recreacionales, académicas y laborales. Es un cambio general en
el que se involucran cada vez más actores y por el cual se están realizando
fuertes adaptaciones de instituciones y procesos sociales hasta ahora poco
modificados.
El concepto “trabajo” también está sufriendo cambios importantes que sugieren
su redefinición, principalmente por el factor distancia, hoy en día minorizado por
la creciente plataforma de tecnologías de información y comunicación.
Las nuevas tecnologías de la información están resolviendo las necesidades de comunicación de las empresas y de las organizaciones, creando un diseño
moderno en la interrelación de su estructura. En esta modernidad, nos
alejamos cada vez más del concepto de centralización gerencial dentro de las
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organizaciones y damos lugar a una nueva forma de coordinación del trabajo
para la ejecución de proyectos: el teletrabajo.