Pandillas juveniles y violencia social en Panamá
Resumen
Una familia portadora de valores brindará a la sociedad individuos capaces de discernir lo conveniente frente a los modelos que el medio le presente. La verdadera maternidad y paternidad responsables requiere de una adecuada educación, formación y humanización del niño y la niña; cuando esto no es así, los menores serán incapaces de manejar las relaciones interpersonales en forma adecuada y, fácilmente, caen en actitudes violentas que muchas veces son el reflejo de su ambiente familiar.
La adolescencia es una época de experimentación, y ésta puede concretarse en drogas, sexo, violación de las reglas establecidas en el hogar, escuela, sociedad. También es cuando algunos problemas del desarrollo aparecen; éstos pueden cambiar la percepción de sí mismos, disminuye la autoestima, por lo que necesitan apoyo familiar.
Los menores infractores tienen una etiología de menores inadaptados con características sicológicas que influyen en la manifestación de conductas antisociales que pueden ser peligrosas para otros miembros de la sociedad.
La propensión al delito se observa con mayor riesgo en menores que presentan características innatas que deben ser educadas: introversión, carácter sumiso, irritabilidad, carácter dominante y otras.
El adolescente tiene que recibir apoyo para dominar sus impulsos destructivos y superar sentimientos de inferioridad fijándose metas positivas. La vida de los menores en aspectos legales se rige por normas propias diferentes a los de los adultos, pero respetando sus derechos, ya que la pobreza y las
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desigualdades sociales son propiciadoras de conductas desviadas.
Los adolescentes son sujetos portadores de derechos, y si cometen ilícitos, el régimen especial de responsabilidad penal para adolescentes promueve sanciones que tomar en cuanta los principios de racionalidad y proporcionalidad.